
Ilustración: Isabella Meza Viana
Por: Leidy Juliana Restrepo Mesa
¿Qué tienen en común los jóvenes de Perú, Nepal, Paraguay, Madagascar y Marruecos? Además de la edad, ser nativos digitales y no conocer el mundo antes de internet. A los jóvenes de entre 12 y 27 años de estos países los une su generación: la generación Z.
Esta generación ahora parece convertirse también en un movimiento global. Uno que ha derrocado gobiernos y presidentes, denunciado corrupción, desigualdad e injusticia y hasta nombraron una primera ministra a través de Discord en Nepal.
Pero esta no es la primera vez en la historia que los jóvenes lideran las protestas y el movimiento social en sus países, entonces, ¿qué tiene de diferente la generación Z y por qué se habla de un movimiento global?
Juan Gabriel Gil, politólogo con experiencia en análisis de movimientos sociales, dice que lo que distingue a esta generación es su manera de hacerlo. “Ya no se organizan bajo los clásicos paraguas de transformación, como los partidos obreros o las luchas campesinas, sino a través de causas más diversas, como el feminismo o el ecologismo. Lo particular de esta generación es la utilización de las redes sociales”.
Por su parte, Fátima Estrada, activista del movimiento estudiantil en Perú, dice que aunque los contextos juveniles no son iguales, comparten una misma lucha: exigir más derechos frente a los sistemas económicos y políticos actuales.
“Creo que anteriormente las redes sociales, no han sido un espacio de disputa, pero ahora sí lo son. Y es necesario que nos acoplemos a esas realidades. ¿por qué no utilizar las redes sociales para llegar a más juventudes?, pero comprendiendo que lo que hace sostener el movimiento social es la organización”, dijo Fátima.
El Gen Z
La generación Z es una etiqueta del mundo del mercadeo para las personas nacidas entre 1997 y 2010 (jóvenes de entre 12 y 27 años). Los primeros humanos cien por ciento nativos digitales. Quienes forman relaciones a través de redes sociales como Instagram, TikTok, YouTube. También están acostumbrados a consumir contenido, información y entretenimiento en plataformas de streaming y no tanto por cable.
Según la ONU, hay 1.200 millones de jóvenes de 15 a 24 años, el 16% de la población mundial. Pero en Latinoamérica los jóvenes son el 25%, de acuerdo con Banco Mundial.
Sin importar el país donde vivan, los jóvenes se enfrentan a problemas en el acceso a la educación. Y si logran estudiar algo muchos no tienen la seguridad de que van a poder conseguir un trabajo relacionado con lo que estudiaron.
Acceder al estudio es difícil, pero también es conseguir un trabajo que le permita a los jóvenes poder independizarse ya que los salarios no son suficientes y reinan los contratos tercerizados. Según cifras de la ONU, el 20% de los más de 100 millones de jóvenes en Latam ni estudia ni trabaja.
Entonces, esta generación, que hasta ahora había sido catalogada con falta de interés y criterio político y social, ha demostrado que sí lo tiene y lleva un tiempo expresándose en los chats de videojuegos, redes sociales y las plataformas de transmisión en vivo. Pero, ahora se hacen notar también en las calles, con manifestaciones masivas.

¿Por qué se habla de movimiento global?
Aunque las movilizaciones aparecieron bajo el nombre de la ‘generación Z’ por primera vez en Nepal, con un movimiento impulsado y organizado a través de plataformas digitales y con una estética que se construye a partir de la cultura pop y la aparente ausencia de líderes y de una ideología política en particular. Este mismo movimiento social, pero con exigencias diferentes, se repite en cada país.
Los jóvenes que marchan no dicen ser de derecha o los de izquierda, no hay camisetas del Che Guevara, ni banderas rojas, ni consignas del socialismo, tampoco gestos fascistas o nacionalistas. Hay memes, animes, sombreros de paja y un descontento generalizado por la corrupción y la injusticia, vengan del partido que vengan.
Pero entonces, ¿es un movimiento generalizable? Juan Gabriel creería que no tanto. “Lo siento más como un sentido descriptivo, para enunciar las condiciones actuales, porque hay una lucha distinta”, dice.
Además explica que en cada país las motivaciones son diferentes. “Son luchas distintas, descritas, por decirlo así, con un componente de juventud y tecnología”, refleciona Juan Gabriel.
Hasta ahora el movimiento ha estado presente en países como Nepal, Perú, Madagascar, Paraguay y Marruecos.
En Nepal, las movilizaciones comenzaron tras el bloqueo de redes sociales y terminaron con la caída del primer ministro Prasad y la elección, vía Discord, de Sushila Karki, la primera mujer en ocupar el cargo. En Perú, los jóvenes salieron a las calles contra una reforma de pensiones, pero el descontento derivó en la destitución de la presidenta Dina Boluarte y en una crisis política que aún continúa.
Situaciones similares se repiten en Madagascar, Paraguay y Marruecos, donde las juventudes exigen servicios básicos, empleo, transparencia y el fin de la corrupción. En algunos casos, como el de Madagascar, las protestas provocaron la renuncia del presidente; en otros, como en Paraguay y Marruecos, han impulsado reformas y mantenido viva la presión social. Y Aunque en países como Indonesia y Serbia las manifestaciones surgieron antes, todas comparten un mismo espíritu: jóvenes conectados, críticos y organizados digitalmente
La era de los audaces
“Siempre me dijiste que se avecinaba, que una nueva era llegaría, arrastrada por una marea imparable. La Era de los Audaces”, dice Law, uno de los personajes de One Piece. Un manga que cuenta la historia de Luffy y su tripulación de piratas que buscan un tesoro y en el camino luchan por la libertad de todos y desafían al Gobierno Mundial, sinónimo de las fuerzas corruptas del mundo.
One Piece, es el manga más vendido del mundo según el récord Guinness de 2022. Creado por Eiichiro Oda en 1997, el manga cuenta con más de 100 volúmenes publicados, más de 500 millones de copias vendidas y una serie de televisión con más de mil episodios. Y su popularidad ha escalado ahora al movimiento y la protesta social.
La bandera pirata de sus protagonistas con una calavera que sonríe mientras luce un sombrero de paja, se ha convertido en el símbolo de los jóvenes manifestantes, que igual que en el manga, luchan contra la corrupción de sus gobiernos y denuncian la injusticia.
Para quienes han visto el manga, lo que este simboliza es la búsqueda de la libertad, la lucha contra la corrupción representada en la serie por el Gobierno Mundial y la búsqueda de la justicia. Ya lo dice Luffy el protagonista en otro de los episodios: “¡Quiero vivir en un mundo donde todos mis amigos puedan comer toda la carne que quieran!”.
Juan Gabriel señala que cuando los jóvenes protestan con la bandera de One Piece, no solo lo hacen por afinidad con el anime, sino porque detrás de esos símbolos hay valores que ya se han defendido en otros momentos de la historia. “Antes eran consignas políticas o frases de libros, hoy pueden venir de un anime o videojuego, pero mantienen el mismo poder de dar sentido y unir a las personas”.
Aunque el mundo se escandalice al ver una bandera pirata en medio de las manifestaciones sociales y los jóvenes vestidos de personajes anime en medio de una marcha, esta no es la primera vez que la lucha social se apodera de símbolos de la cultura pop.
Ya ocurrió antes cuando los jóvenes y personas que se movilizaban usaban las máscaras de la V de Vendetta, se maquillaron como el Joker o levantaron tres dedos como símbolo del sinsajo en Los Juegos del Hambre.
Discrod-ía y activismo digital
Al ser nativos digitales, para la generación Z no existe una clara división entre el mundo digital y el físico, ambos hacen parte de la construcción de su realidad. Y esa podría ser una de las razones de su éxito organizativo y masivo.
Se organizan marchas a través de Discord, creada originalmente para hablar con sus amigos mientras jugaban en línea, ocurren protestas al interior de juegos como Roblox, se eligen memes en lugar de consignas, se bailan canciones virales en medio de la represión policial, y en el proceso, se cambian países, se derrocan gobiernos y se desmantelan instituciones corruptas.
Fátima Estrada, activista del movimiento estudiantil en Perú, explica que, por ejemplo, TikTok se ha convertido en un espacio de disputa y organización para la generación Z. A diferencia de otras redes que censuran contenido político, su algoritmo permite que las interacciones amplíen el alcance, facilitando la creación de grupos y la convocatoria a marchas.
Estas redes también funcionan “como un espacio de organización que también es bueno reconocer, porque ahora hay diversidad de formas a través de las cuales las juventudes se están organizando”, dice la jóven peruana.
Juan Gabriel, entiende por qué el uso de internet en el movimiento social, ha cambiado la forma en que funciona. “Internet es un medio en el que hay diversas influencias, y más bien se puede entender como un campo de disputa. Hay una pugna en internet también con los discursos oficiales de los diferentes gobiernos o posturas políticas”, dice.
Sin embargo, no todo es likes, grupos y viralidad, en medio de las manifestaciones globales y a causa de la represión policial, muchas marchas han terminado en desmanes, con civiles muertos, manifestantes y militares heridos. Lo que no es nada nuevo en la protesta social, la represión violenta en contra de los reclamos de los manifestantes y unos líderes gubernamentales que parecen gritar como en otro de los episodios de One Piece: “Sogeking… Derriba esa bandera”.






