¿A quién le cuesta más el cambio climático? Aumentan brechas de financiación 

Por Leidy Restrepo Mesa

Salvar al planeta del cambio climático requiere más que reciclar, reusar y reutilizar. Se necesita un compromiso de las grandes industrias, los gobiernos y las organizaciones internacionales. Y, por supuesto, financiación.

Mientras tanto, las temperaturas y los eventos extremos debido al cambio climático siguen en aumento y son cada vez más catastróficos. Pero no es que no haya financiación internacional, sino que se necesita una doce veces mayor a la actual, para prevenir que la brecha siga aumentando y sean los países en desarrollo los más afectados. 

En el mundo hay un déficit de 310.000 millones de dólares (más de un billón de pesos colombianos) que amenaza la adaptación climática en países en desarrollo, según el nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

António Guterres, Secretario General de la ONU, explica que “los impactos climáticos se están acelerando. Sin embargo, el financiamiento para la adaptación no mantiene el ritmo, dejando a los más vulnerables expuestos a mares en ascenso, tormentas mortales y olas de calor insoportables” y menciona que la adaptación “no es un gasto: es un salvavidas. Cerrar la brecha de adaptación es proteger vidas y garantizar justicia climática”.

Cada vez padecemos o vemos por las noticias un mundo más desequilibrado: incendios al mismo tiempo que grandes inundaciones. Sequías, desertificaciones, deshielo polar, pérdida de la biodiversidad.  Y a la par de todo eso, migración climática, efectos en la salud de las personas, desigualdad. 

El informe menciona que por “cada dólar invertido en adaptación (3.800 pesos colombianos) se puede evitar un gasto de hasta 14 dólares (54.000 pesos colombianos) en daños”. La directora ejecutiva del PNUMA, Inger Andersen, dijo que “si no invertimos ahora, pagaremos costos crecientes cada año”. 

En América Latina, la falta de inversión en adaptación tiene consecuencias directas como más pobreza, inseguridad alimentaria, migraciones forzadas y crisis sanitarias. Y, todas estas problemáticas, también cuestan. 

Por eso la importancia de esos fondos que siguen sin llegar, e incluso están disminuyendo. En 2023, el financiamiento internacional para la adaptación al cambio climático fue de 26.000 millones de dólares. Una disminución comparada con los 28.000 millones del 2022.

Compromisos insuficientes e incumplidos 

En 2021 se firmó el Pacto de Glasgow, con el que se pretendía duplicar la financiación para la adaptación al cambio climático hasta unos 40.000 millones de dólares anuales, pero el informe de la PNUMA, dice que este objetivo no se cumplirá. 

También hay un nuevo compromiso global, llamado Objetivo Cuantificado Colectivo (NCQG), que pedía destinar al menos 300.000 millones de dólares anuales a la mitigación y adaptación para 2035 y aun así no cubrirá las necesidades estimadas.

Endeudarse o quedar expuestos

Mientras tanto, muchos países latinoamericanos enfrentan un dilema: endeudarse más o quedar expuestos. El informe alerta que los desastres naturales aumentan la deuda pública, reducen la capacidad de respuesta y dejan a los países atrapados en un círculo de vulnerabilidad. Más catástrofes, menos plata.

Mientras tanto, los países en desarrollo enfrentan una brecha de financiación a pesar de ser los menos responsables de la crisis climática, son quienes más sufren sus consecuencias. En promedio, deben destinar hasta 3,6 % de su PIB a medidas de adaptación, el doble de lo que invierten las economías ricas. 

Y aunque los fondos internacionales crecieron en la última década, el 58 % de esos recursos llega en forma de deuda, no de donaciones, lo que puede agravar la vulnerabilidad económica de la región.

El informe insiste en que la brecha de financiación podría cerrarse si además de los países tradicionalmente industrializados, se incluye a grandes economías emergentes. También pide mayor participación del sector privado, que podría aportar hasta 50.000 millones de dólares anuales, diez veces más que lo que aporta actualmente.

Un llamado desde el sur

El llamado “mutirão global” propuesto por la presidencia brasileña de la próxima COP30, que se realizará en Belém entre el 10 y el 21 de noviembre de 2025, busca movilizar recursos públicos y privados para recaudar 1,3 billones de dólares anuales para 2035. América Latina llega a esa cumbre con una doble urgencia: adaptarse y hacerlo sin endeudar su futuro.

Sin inversión suficiente, advierte el informe, los impactos del cambio climático “seguirán cobrando vidas, destruyendo economías y profundizando las desigualdades”. Y aunque el continente contribuye con menos del 10 % de las emisiones globales, será uno de los más golpeados si el mundo no cumple con su promesa de justicia climática.

Un mundo que se calienta más rápido

A la falta de recursos para adaptarse se suma otra alarma: un nuevo informe del PNUMA, sobre la Brecha de Emisiones. Este advierte que el planeta superará el umbral de 1,5 °C de calentamiento global en la próxima década. 

Aunque los países muestran una leve mejoría frente al año pasado, siguen siendo insuficientes para frenar la crisis. Si se cumplen todos los compromisos actuales, el calentamiento global alcanzará entre 2,3 y 2,5 °C este siglo.

El informe concluye que rebasar los 1,5 °C es prácticamente inevitable, al menos temporalmente. Sin embargo, el mensaje no es de derrota, sino de urgencia. El secretario general de la ONU, António Guterres, recordó que “sigue siendo posible, pero el tiempo se agota”.