Adolescencia | Tener 15 años: “Ser hombre” y niño a la vez

Ilustración: Isabella Meza Viana

Por: Alejandro Valencia Carmona

“Para mí tener 15 años es una de las etapas más difíciles de la vida, porque uno viene de un proceso donde uno es un niño, lo tratan a uno como niño y de momento a otro se siente ese golpe donde lo comienzan a tratar como ya un adulto”, dijo Camilo un joven periodista  de radio Trompo de la Redacción Alto Sinú en el podcast En mis propias palabras.

A esta edad, los y las jóvenes están justo en la mitad de la adolescencia, donde se ven mayores cambios psicológicos, en la construcción de lo que quieren ser, cómo se quieren ver y cómo quieren ser vistos. 

Pero, para los adolescentes, esto tiene que ver con verse y sentirse “más hombres”. Es una etapa llena de desafíos, pero en Colombia la identidad, es decir, lo que quieren ser, se determina por lo que dicen los roles de género o lo que la sociedad dice que debe hacer un hombre, cómo debe hablar, vestirse, caminar y comportarse, etc.

Ser hombre, muchas formas, pero unas más aceptadas que otras

“Copiar” lo que otros hacen es una manera de encajar en un grupo, de ser aceptado, de pertenecer. Los más pequeños terminan pareciéndose un poco a su padre, a su tío, abuelo, a su hermano mayor o quieren ser ese superhéroe de las películas. Hay un modelo a seguir. 

Es allí donde aparecen los roles de género. Lo que supuestamente debe hacer un hombre, lo que debe pensar, sentir, decir y hacer. El niño que en ese momento está en un punto decisivo de su vida ve cómo se comportan esos otros hombres que él aspira a ser y ve allí una posibilidad de ser así o no. 

Pero también las mujeres en la familia, en muchos casos, le enseñan a un adolescente cómo debe comportarse, además de sus amigos que también pueden presionar para cumplir el rol de “hombre”. 

Para poder construir esa identidad, los adolescentes necesitan espacios sanos donde puedan hablar con confianza sobre lo que les intriga, sin sentirse juzgados. Así lo explica la psicóloga Nadya Sierra, además de poder establecer límites y que tengan la posibilidad de decir: «’Hay cosas que si yo hago no me siento cómodo’ o ‘si las hago es más por complacer a otros’, entonces es clave esa capacidad de decir no”.

A esta edad se empiezan a reforzar mitos como que los hombres no lloran y que ese es un sinónimo de fortaleza, que el hombre es quien domina y que la mujer obedece o que el hombre debe ser proveedor de seguridad, dinero, en su hogar, etc. 

Camilo explica que al cumplir 15 años empezó a experimentar más con su cuerpo y desarrollar pensamientos sexuales y fue ahí donde la presión de sus amigos también fue evidente. 

Dijo que entre sus amigos es frecuente que algunos pregunten a otros si ya han tenido relaciones sexuales, “y si no has tenido relaciones a los 15 ya empiezan como a hacerle bullying, a decirle que uno es marica y esas cosas”, dijo Camilo.

Y aunque esos mitos suelen ser los más populares y se terminan replicando como si fueran leyes no escritas, cada adolescente tiene la posibilidad de elegir quién quiere ser y cómo serlo. A veces puede tomar más tiempo y más preguntas que respuestas, pero la identidad está en constante construcción. 

La psicóloga Nadya Sierra explica que lo más importante es poder decidir de manera crítica qué es lo que quiere cada adolescente. “El reto principal es poder hacer una clasificación y decir ‘esto sí me gusta’, ‘esto me favorece’, ‘esto me favorece en relación a otros’, también decir, ‘esos son estereotipos antiguos frente a cómo ser hombres y poder crear unas nuevas formas de ser hombre”, explicó.

Capacidad de decidir

Aprender a identificar y gestionar las emociones es una tarea diaria. No hay fórmulas mágicas ni herramientas que sirvan para todos y para todos los casos. Pero a los 15 años los adolescentes ya tienen mayor capacidad de raciocinio para tomar decisiones por eso aparecen esos desafíos, no solo de lo que deben ser, sino también lo que quieren hacer con sus vidas. 

“Lo que se siente tener 15 años es que podemos expresarnos con mayor madurez y afrontar problemas que quizás cuando estábamos más pequeños no podíamos solucionarlos”, dijo Camilo. 

Pero hay problemas superan las herramientas que pueda tener cualquier adolscente: el reclutamiento por parte de grupos armados. En el primer trimestre de 2025, la Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas registró 51 casos de menores reclutados, además registró 658 casos de violaciones a la niñez en el marco del conflicto armado entre 2020 y 2024.

Camilo explica que se ha sentido presionado por parte de grupos armados para ser reclutado y que los grupos armados se acercan a los adolescentes ofreciéndoles trabajo, pidiéndo un favor o información

“Yo tengo un amigo que lo amenazaron para que entregaran unas cosas de ellos, como una información y si no la hacía, pues le dijeron que le iban a atentar con la vida de la madre”, recordó Camilo.

Hay un aumento de presencia y estrategias de control social por parte de grupos armados en el país que ven en los jóvenes y adolescentes la oportunidad de aumentar sus filas, su fuerza a cambio de una promesa de dinero, armas y reconocimiento para los adolescentes que es llamativa para muchos a pesar de los riesgos.

La Comisión de la Verdad en su informe sobre niños, niñas y adolescentes en el conflicto armado explica el impacto del entrenamiento en un grupo armado y el reconocimiento así: “El adiestramiento militar impactó su desarrollo emocional y relacional, pues se les enseñó que por medio de la violencia podían obtener reconocimiento y respeto, lo que se materializó en el uso del arma como símbolo de poder”. 

Este escalón en la adolescencia es clave por las infinitas posibilidades que tienen los adolescentes para aprender y desarrollar sus fortalezas. Son momentos de muchos cambios y preguntas para los adolescentes que tienen que experimentar para encontrar lo que quieren ser y apuntarle a convertirse en esa persona que serán. 

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