
Por Isabella Meza Viana
Yeimar Gamboa Yépez era un joven de 20 años, líder social y candidato al Consejo Municipal de Juventud por el Centro Democrático en Chigorodó, Antioquia. Conocido por su compromiso con los derechos humanos, procesos de reconciliación y con los jóvenes en situación de vulnerabilidad, Yeimar era una figura emergente de esperanza en Urabá.
La noche del 23 de septiembre de 2025 en el barrio El Bosque cambió todo. Yeimar estaba compartiendo con amigos cuando hombres armados lo atacaron a tiros. Según la versión de la secretaria de Gobierno y Participación de Chigorodó, Luz Elena Asprilla, fue perseguido y asesinado en su casa. Otra joven de 14 años resultó herida.
Se desconoce el motivo del asesinato, pero Luz Elena Asprilla, declaró en Blu Radio que no se conocían amenazas contra el candidato al Consejo Municipal de Juventudes.
“Creemos que son hechos aislados, pero se ha dado prioridad al caso para esclarecerlo lo más pronto posible”, dijo Asprilla.
Su asesinato no solo duele por la persona que se pierde, sino por el proyecto de vida que quedaba en marcha: Yeimar quería incidir en las decisiones de su municipio, proponiendo espacios que acompañaran a quienes comúnmente quedan al margen.
“Si nosotros lo sentimos así, no nos podemos imaginar cómo está la familia… y su abuela, que lo vio morir”, dice con la voz entrecortada Lidey Correa, concejala de Chigorodó por el Centro Democrático y una de las personas más cercanas a Yeimar en su trasegar político.
Los primeros pasos en política
El camino político de Yeimar comenzó en 2019, cuando se acercó a la campaña de Tulia Irene Ruiz García, actual alcaldesa del municipio. Le atraían sus propuestas y su plan de trabajo, y fue allí donde decidió involucrarse en política.
Su liderazgo pronto se hizo evidente. Desde su vínculo con la campaña de la actual alcaldesa Yeimar impulsó encuentros deportivos y espacios de convivencia entre jóvenes de distintos sectores, muchos de ellos en riesgo de entrar en dinámicas violentas. No lo movía la ambición de figurar en una lista, sino la convicción de ofrecer alternativas a quienes él llamaba “mis chicos”.
En 2023 se presentó como candidato al Concejo Municipal. No logró el puesto, pero eso no lo detuvo. Continuó organizando, convocando y acompañando a jóvenes en situación de vulnerabilidad. Cuando Tulia Irene Ruiz García llegó a la Alcaldía, Yeimar se vinculó de la mano de la Secretaría de Gobierno y la Secretaría de Juventud, liderando mesas de trabajo con grupos en conflicto.
La concejala Correa dice que Yeimar tenía una capacidad de convocatoria innata y que cuando invitaba a cinco jóvenes incluso llegaban veinte o treinta a los eventos en los que participaba.
“Era un chico carismático, siempre con una sonrisa. Los muchachos le creían, lo seguían. Tenía ese don que a muchos nos toma años construir, y a él le salía natural”, recuerda la concejala Correa.
Un liderazgo que mueve juventudes
Yeimar no desconocía las realidades duras de su entorno. Había crecido en medio de jóvenes que, muchas veces, eran estigmatizados como “chacalitos”, nombre con el que se conoce a los jóvenes de pandillas locales. Sin embargo, él no fomentaba la confrontación: cuando veía enfrentamientos, pedía detenerlos. Su empeño era ofrecer otras rutas: capacitaciones, trabajos, estudios. Quería que los jóvenes pudieran rehacer su vida.
Ese compromiso lo llevó a inscribirse como precandidato a los Consejos Municipales de Juventud (CMJ). Para él era un paso más en el sueño de incidir en espacios de decisión política, de llevar la voz de los jóvenes a las instancias donde se definen los rumbos del municipio.

“Su sueño era llegar a esas instancias de toma de decisión. Él quería ser parte del Concejo. Teníamos una mañana que no nos dejaron desarrollar, no nos dejaron mostrar esa gran persona que era él y ese liderazgo que él quería entregar a sus chicos”, cuenta Correa.
Además, Hernán Cadavid, representante a la Cámara por el Centro Democrático, lo recuerda como un joven activista que no temía hablar en público ni tomar un micrófono para proponer ideas.
“Siempre estaba presente tratando de ayudar, un joven activista dedicado. Antojado de la política, de la actividad política, fue candidato al Concejo y actualmente candidato al CMJ. Es un joven de esos queriendo salir adelante a pesar de toda la adversidad de su familia”, cuenta Cadavid.
Yeimar dejó huella incluso en quienes lo conocieron de manera breve. Su energía, su capacidad de convocar y su deseo de cambiar la vida de los demás eran rasgos que lo distinguían.
Una muerte que duele a todo un país
En menos de una semana, según relató la concejala, ya eran cinco los jóvenes asesinados en la región. Y a nivel nacional, Indepaz reporta que Yeimar se convirtió en el líder social número 149 asesinado en Colombia en 2025. Una cifra que refleja una violencia persistente, que no distingue partidos ni territorios, y que golpea con mayor fuerza a quienes se atreven a soñar con la política como un camino de transformación.
Su asesinato no solo enluta a Chigorodó, también al país y es un llamado urgente a proteger a la juventud, a quienes, como Yeimar, deciden optar por la democracia y la participación política en lugar de la violencia.
Yeimar no alcanzó a ver materializado su sueño de llegar a un Concejo o a un CMJ, pero su historia no debería quedar como una más en la estadística. En sus palabras y en las de quienes lo acompañaron, queda claro que creía en una juventud con futuro, capaz de cambiar el rumbo de sus comunidades.
“Él quería llegar a esas instancias de toma de decisión para sacar a estos jóvenes del conflicto, para darles otra oportunidad de vida”, dice Correa.
