¿Se puede hablar de paz en Colombia?

Por María Angélica Orozco

En Colombia se habla de paz todo el tiempo, como un anhelo, un sueño de país. No solo por el Acuerdo firmado en 2016 con las FARC-EP y los avances en la verdad que ahora hace la JEP, del país sino también por los intentos de diálogo con grupos como el ELN o el Ejército Gaitanista de Liberación, entre otros.
Aun así, en muchas regiones del país la violencia no se detiene. Niños, niñas y jóvenes continúan siendo víctimas del conflicto armado, o como mínimo sus derechos están en riesgo debido a la violencia

En 2024, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) identificó y condenó seis violaciones graves de los derechos de la infancia en contextos de guerra, que incluyen reclutamiento, asesinatos, violencia sexual, ataques a escuelas y hospitales, secuestros y negación de ayuda humanitaria.

Lamentablemente esto sucede en todos los conflictos armados del mundo y Colombia no es la excepción. Hablamos con Sebastián Solano, coordinador de la línea de Jóvenes de la Fundación PARES (Paz y Reconciliación), organización que fortalece la democracia y promueve la paz, para saber si podemos hablar de paz en Colombia.

¿Cuáles son las transformaciones que deberían darse para poder hablar de paz en Colombia?

Sebastián asegura que la paz tiene tres dimensiones: la construcción, el establecimiento y el mantenimiento, y para que esto sea posible se requieren cambios profundos.

“La narrativa de paz debe mantenerse y fortalecerse desde la sociedad civil, aun cuando su significado cambie según el momento político, para que algún día se logre una paz estable y duradera”.

Sobre el establecimiento de la paz, señala la necesidad de enfrentar las causas profundas de la violencia:

“Cuando hablamos del establecimiento de la paz, realmente necesitamos condiciones estructurales en la corrupción, la desigualdad, todos estos elementos que es lo que van a generar es nuevos ciclos que pueden escalar después a violencias en materia de conflicto armado, con formación de bandas criminales”.

Finalmente, en relación con el mantenimiento de la paz, dice:

“Ahora mantener la paz, esto implica también una serie de compromisos institucionales, y una serie de compromisos políticos que permitan realmente mantener los acuerdos y mantener como tal un escenario de paz y eso pues también hemos visto que ha fallado el Estado colombiano en poder cumplir con los compromisos”.

¿Qué sucede actualmente en Colombia?

En cuanto a la construcción de paz, destaca el papel de las organizaciones sociales que, con su trabajo, fortalecen las narrativas de paz, especialmente en un momento en el que los discursos violentos están tomando fuerza.

La Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU ha alertado del crecimiento en la violencia en el país en los últimos meses. En los últimos años la violencia ha aumentado, pero hay que guardar las proporciones, no ha crecido al mismo nivel que en las épocas más oscuras del país como en los ochenta o noventa.

De todas formas, la violencia expone a niños, niñas y adolescentes al reclutamiento forzado y a la vinculación con grupos ilegales o bandas criminales, así como a otros hechos victimizantes en contextos escolares, familiares y comunitarios.

Por eso, Sebastián afirma que en Pares han identificado tres grandes riesgos para los NNAJ:

  • El reclutamiento forzado de menores por grupos armados o bandas criminales. En algunos casos la vinculación surge en el núcleo familiar con antecedentes criminales, y otras veces por incentivos no solo económicos, como la supuesta protección que ofrece pertenecer a un grupo armado.
  • El uso de menores para el microtráfico y la explotación sexual. Uno de los riesgos más importantes  para la juventud es el consumo temprano de sustancias psicoactivas, que amplía su vulnerabilidad y favorece su vinculación a estas redes.
  • Las amenazas constantes a líderes sociales juveniles, que con su trabajo comunitario incomodan las dinámicas que los grupos armados ilegales han establecido en los territorios.

La violencia política

“Actualmente hay una persecución hacia muchos escenarios de participación en territorio, especialmente aquellos que están fuertemente marcados por la violencia. Uno de los proyectos que tenemos también en Buenaventura nos han demostrado cómo, por ejemplo, la presencia de los chotas y los espartanos han coartado la participación de muchos liderazgos juveniles.”

Sebastián menciona el reciente asesinato de Yeimar Gamboa, el joven líder social de Chigorodó, Antioquia, como un ejemplo de esta situación, pero, ¿por qué está pasando esto?

La niñez y juventud enfrentan grandes obstáculos para vivir en paz por la falta de coordinación entre las instituciones del Estado, que transfieren responsabilidades y dejan a los menores de edad sin protección real.

Desde PARES se ha identificado un grave vacío legal en la protección de menores en contextos de participación política:

“Los niños, niñas, adolescentes y jóvenes que están incursionando la participación social y política no tienen el respaldo institucional o legal para su protección y pues estamos también en un escenario donde las instancias tampoco tienen una suficiente capacidad institucional para brindar la seguridad de garantías, entonces hay un gran vacío”

La falta de pedagogía electoral y el debilitamiento del Viceministerio de Juventud agravan la situación. Esto genera un escenario de desprotección e inseguridad que dificulta la participación democrática y la construcción de paz.

En cuanto a los acuerdos internacionales, como la Declaración de Escuelas Seguras a la que Colombia aceptó en 2024, un compromiso de los Estados para mejorar las condiciones en escuelas y colegios en países donde hay conflicto, también hay vacíos. 

Sebastián asegura que los esfuerzos por implementarlos son insuficientes, exponiendo a los jóvenes a la revictimización:

“La sorpresa que nos hemos dado(…)  es que los esfuerzos por proteger a la niñez y a las juventudes en entornos escolares han sido pocos porque no hemos visto una implementación real y seria del plan de acción que se estableció para la para el cumplimiento de la declaración de las escuelas seguras. (…) se requiere mucho mayor compromiso institucional, mucha mayor articulación, creo que el momento político no ayuda.

¿Hay alternativas para la niñez y la juventud?

Aunque los avances son pocos, la Iniciativa Mundial para Escuelas Seguras sigue vigente y puede hacerse más fuerte. Este programa internacional busca que para 2030 todas las escuelas sean espacios seguros y resilientes ante desastres a través de lo siguiente: Infraestructura educativa segura, preparación y respuesta ante emergencias, y educación para reducir riesgos y fortalecer la resiliencia. 

La Fundación PARES trabaja en un proyecto de fortalecimiento de escuelas seguras junto a Save the Children. Además, desarrolla las Escuelas de Liderazgo Juvenil PARES, que forman a jóvenes líderes en trabajo en equipo, incidencia política y articulación estratégica, fortaleciendo su rol como agentes de cambio. 

También promueven la participación ciudadana, la defensa de los derechos humanos, la protección de niños y adolescentes y el apoyo a las víctimas del conflicto, fomentando espacios de convivencia y equidad.

La paz en Colombia sigue siendo un desafío complejo que afecta de manera directa a niños, niñas y adolescentes, sin  embargo, persiste la ilusión, la esperanza y la resiliencia que han tenido las comunidades. Teniendo en cuenta esto, ¿Qué acciones crees que tú y los jóvenes en tu comunidad podrían emprender en su colegio o barrio para aportar a la construcción de paz y proteger los derechos de otros jóvenes en medio de la violencia?