¿Sabías que tu colegio no puede hacerte perder el año sin haberte ayudado antes?

Ilustración: Isabella Meza

Por Adrián Guzmán e Isabella Meza

¿Qué está pasando?

Cada año, miles de familias en Colombia viven la incertidumbre de saber si sus hijos pasarán de grado o deberán repetirlo. Pero lo que muchos no saben es que existe una norma que protege el derecho a una educación justa: el Decreto 1290 de 2009, que regula la evaluación del aprendizaje y la promoción de los estudiantes de educación básica y media.

Según esta norma, ningún colegio puede declarar que un estudiante pierde el año sin antes haber garantizado el acompañamiento académico y la comunicación oportuna con los padres.

¿Qué significa eso en la práctica?

El colegio no es quien “decide castigar” al estudiante, sino quien debe orientar y apoyar. La responsabilidad del aprendizaje sigue siendo compartida, pero la institución tiene la obligación de hacer seguimiento, ofrecer estrategias de mejora y mantener informadas a las familias.

El Sistema Institucional de Evaluación de los Estudiantes (SIEE) es la herramienta clave para cumplir con esta normativa. Debe incluir criterios claros, seguimiento individual y comunicación constante.

El abogado especialista en convivencia escolar Fernando Beltrán, quien a través de su cuenta en TikTok, volvió a encender la conversación alrededor de este tema en redes sociales y lo explica así: “La institución está obligada a brindar apoyo y mantener informados a los acudientes cuando hay bajo rendimiento”.

Esto se alinea con uno de los objetivos del decreto, que es ofrecer estrategias pedagógicas para apoyar a quienes presentan dificultades y garantizar que los estudiantes reciban asesoría y acompañamiento docente.

¿Y los colegios lo están cumpliendo?

El profesor José Daniel Carreño, de la Institución Educativa de Armenia Pinillos, en Bolívar, asegura que sí: “Desde hace rato se viene haciendo acompañamiento a los estudiantes”.

Él explica que el apoyo incluye identificar debilidades, informar a padres y estudiantes sobre su situación académica y dejar constancia de todo el proceso.

“A los estudiantes que pierden el año se les informa con tiempo, se hacen orientaciones y recomendaciones, y todo queda registrado”, señala.

¿Qué dicen los estudiantes?

Desde la mirada estudiantil, no todo es tan claro.
Juan Camilo Silva, estudiante de 16 años del Colegio Francisco Antonio Zea, en Medellín, considera que aún falta un acompañamiento “real”.

“No hay un acompañamiento verdadero para quienes están en riesgo de perder el año. Los profesores casi no ayudan cuando uno tiene dificultades y muchas veces enseñan igual, aunque no funcione”, dice Juan Camilo.

Juan Camilo propone que los colegios adopten métodos más prácticos y diversos, porque no todos aprenden de la misma forma. Cree que con estrategias más equitativas, “sería mucho más fácil mejorar y evitar que los estudiantes pierdan el año”.

¿Qué busca la ley?

El Decreto 1290 busca una relación transparente y colaborativa entre colegio, familia y estudiante. No basta con entregar boletines: la institución debe demostrar que hubo acompañamiento, estrategias de mejora y comunicación constante.

Esto incluye promover reuniones con los padres, entregar informes periódicos y acordar compromisos formales. El profesor Carreño explica que estas acciones se registran en actas de compromiso, donde se establecen las tareas de recuperación y las actividades extracurriculares.

“Todo queda registrado. A veces los padres no responden a los llamados, pero el proceso se cumple y se deja constancia”, comenta.

¿Y si, aun así, el estudiante no pasa?

Incluso si un colegio determina que un estudiante no puede ser promovido, debe garantizarle el cupo para continuar su proceso educativo. Es decir, el acompañamiento no termina con la decisión final. La escuela debe asegurar que el estudiante tenga continuidad y no sea excluido del sistema educativo.

¿Por qué importa?

Porque se trata de un derecho fundamental: el de recibir una educación justa, con oportunidades reales de aprender y mejorar.
Perder el año no debería ser un castigo, sino una oportunidad para revisar cómo enseñar y cómo acompañar mejor.

Y tú, ¿sabías que tu colegio tiene esta obligación?

La próxima vez que escuches que alguien “perdió el año”, pregúntate: ¿recibió el apoyo necesario o solo lo evaluaron sin acompañarlo?